Las mascarillas están en contacto con la piel, la rozan, la irritan, dificultan la transpiración y, cuando se llevan durante varias horas al día, pueden crear un ambiente húmedo y oclusivo, propicio para la aparición de deshidratación y granos en la parte de la barbilla y alrededor de la boca.
Pueden provocar acné porque no permiten la correcta transpiración, provocan una oclusión del poro y del orificio de salida de la glándula sebácea. Haciendo que se acumule un mayor número de toxinas generando vasodilatación e inflamación cutáneas.
La humedad y el vapor, y cualquier secreción de saliva o mucosidad, se acumula en la zona de la boca y la nariz, bloqueando el conducto de salida de la secreción sebácea. La presión y la falta de oxigenación provocan que se taponen los poros favoreciendo la aparición de comedones y granitos.
Esta nueva situación ha dado lugar a un nuevo término, el mascné (maskné en el inglés original).
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